Hay varias maneras de limpiar los cristales, una con el “cristasol” y la balleta. Lanzamos el chorrito sobre el cristal, observamos resbalar las gotas apenas unos segundos y balleta en mano iniciamos movimientos circulares más o menos extensos que seguimos con la miradas para comprobar como aparece la superficie limpia.
La otra, más de los profesionales, es extender agua jabonosa con el limpiacritales y luego irla retirando con la goma de la otra cara del limpiacristales. Ambas tareas se realizan con movimientos sinuosos de lado a lado y de arriba abajo que igualmente seguimos con la mirada, entretenidos en hacer desaparecer una superficie para descubrir otra.
Ambas dejan que mi pensamiento, cualquiera que sea, y las imágenes, fluyan a su antojo, apareciendo y desapareciendo, dando vueltas como si acompañaran el ritmo con el que muevo mi brazo al limpiar.
Mecanismo de pensar
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